Preguntaba Groucho Marx: “Señorita, ¿se acostaría usted conmigo por un millón de dólares?. “Por supuesto”, respondía ella. “¿Y por un dolar?”, repreguntaba Groucho. “¿Qué se cree usted que soy?”, contestaba la dama ofendida. “Eso ya ha quedado claro, ahora estamos negociando el precio”.
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