Según el ABC por la mañana, cincuenta diputados dicen haber perdido sus iPads, y el Congreso se niega a reponerlos. Por la tarde, ya los iPads son treinta (que sigue siendo una barbaridad… ¡imaginemos que entre el 10% y el 20% de los empleados de una empresa lo perdiesen!), y el tono de la noticia ha sido “convenientemente moderado”.Continúa-> http://www.enriquedans.com/2012/11/el-misterio-de-los-ipads-perdidos.html
Treinta o cincuenta iPads, la cosa está más que clara: que no uno ni dos, sino nada menos que ¡cincuenta (o treinta)! parlamentarios “extravíen” sus iPads da una idea muy clara de muchas cosas. Y los pasos a seguir son claros: uno, usar de inmediato Find my iPad. Dos, lanzar una investigación exhaustiva y transparente sobre el tema. Y tres, si se detecta falsedad alguna, interponer denuncia inmediata e inhabilitación permanente. No, no hablamos de reponer el iPad con su dinero y santas pascuas: hablamos de ser un sinvergüenza, condición que en un país serio debería ser completamente incompatible con el desempeño de un cargo público.
En el caso de la pérdida de un iPad de un representante público, es preciso además hacer notar un matiz: que el iPad puede incluso ser lo de menos. Que lo importante es su contenido: dado que un parlamentario puede manejar, por su condición, información sensible, perder un iPad con información reservada puede representar como tal un delito.
Que en un país los cargos público ostenten una cosa llamada “inmunidad” ya debería ser, de por sí, una cuestión revisable. Se pueden entender algunas de las razones esgrimidas para ello, pero en modo alguno la inmunidad puede ni debe ser total ni prácticamente incondicional. Y fundamentalmente, cuando el problema principal de este país a estas alturas se denomina, con todas sus letras, en mayúsculas y en negrita, CORRUPCIÓN.
12 noviembre, 2012
enriquedans.com: El misterio de los iPads perdidos
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