La atrevida ignorancia de Fernando Savater sobre internet y Aaron Swartz - internautas.org
En un reciente artículo de Fernando Savater y publicado en El País, ver en: Fernando Savater arremete en contra del homenaje popular al activista digital Aaron Swartz.
Swartz se suicidó el pasado 11 de enero bajo la amenaza judicial de 30
años de cárcel y de una multa millonaria por haber abierto al acceso
libre a varios millones de artículos científicos procedentes de MIT
(Instituto de Tecnologia de Massachussets) y la editorial JSTOR. El Sr.
Savater aplaude como "impecable" y "perfectamente razonable" la
acusación de la fiscalía estadounidense contra Swartz, que afirma que
"“robar es robar, sea lo robado una cartera o un archivo informático, y
tanto si se roba con una ganzúa como con un ordenador”.
06-02-2013 - david@david hammerstein.org -
Bajo el argumento de que se aprovecha "de lo imaginado por otros",
Savater también critica el que Swartz sea considerado por muchos un
"genio" en lugar de ser percibido como un "corruptor" de internet". Pero
aún llega más lejos, Savater intenta enturbiar la legitimidad y
heroicidad de Swartz mediante un ataque póstumo contra él al afirmar
que sufría de "problemas psíquicos constantes" y " episodios depresivos
durante años."
Ante este ignominioso ataque conviene recordar algunos hechos irrefutables que Savater prefiere ignorar:
Aaron Swartz ha sido reconocido hasta por muchos académicos prestigiosos
como un brillante y comprometido joven creador de métodos tecnológicos
que facilitan el acceso a la información a millones de personas a través
de las estructuras técnicas y sociales que ayudaba establecer, como son
RSS, Reddit, Open Library, Creative Commons and Demand Progress. Es de
gran bajeza moral y política el querer ocultar esta central identidad de
Awartz, tal y como hace Savater, la de haber sido un gran activista
creativo al servicio de la difusión social de la información y el
conocimiento. Cuanto menos, se trata de un ejercicio de mala fe o de
simple ignorancia el pretender psiquiatrizar su memoria y compararle con
"gángsters" y "parásitos" que se aprovechan del trabajo de los demás, y
al tiempo mofarse del digno propósito de Swartz de querer "cambiar el
mundo" a través del mayor acceso social a la cultura y la ciencia.
El Sr. Savater se equivoca en la más rudimentaria lógica: absolutamente
nada tiene que ver el robar una cartera a punto de pistola con el abrir
miles de artículos científicos al acceso abierto. No se trata de nada
parecido a robar en el sentido usual del término, dado que cuando
productos como son un tomate o una cartera se roban, simplemente
desaparecen al cambiar de manos, y con ello se pierden también sus
posibles usos y utilidades para los propietarios originales. Pero,
contrariamente, no desaparecen los artículos científicos ni el
conocimiento que hay en ellos con el acceso abierto, no se pierden sus
usos posibles cuando se difunden y socializan como quería Swartz. Con el
acceso abierto no se anula ni desprecia el valor de los artículos
científicos en sí mismos ni el de sus contenidos teóricos por el simple
hecho de que sean muchas más las personas que puedan leerlos. Quizás
ocurre todo lo contrario de lo que afirma Savater: los beneficios y
funciones útiles se multiplican al difundirse ampliamente y al darse a
conocer, puesto que con ello se permite la emergencia de debates nuevos
que hacen avanzar la creatividad, la innovación y la productividad en el
conocimiento científico.
¿Cual es entonces el daño que realmente ha causado Aaron Swartz?. De
hecho, hasta la misma editorial JSTOR se negó a cooperar con la fiscalía
en la acusación contra Swartz por no sentirse sustancialmente
damnificado. ¿A qué se debe tanto afán justiciero de Savater?. Acaso
ignora el filósofo Savater, que tal y como han destacado numerosos y
reconocidos pensadores sobre la actividad científica, como es el
historiador de la ciencia Thomas Kuhn, o como Karl Popper, defensor del
"racionalismo crítico" y el falsacionismo como criterio de demarcación
de las teorías científicas verdaderas, que han destacado que uno de los
requisitos del oficio de la ciencia en su tarea rigurosa de producir
teorías y verdades científicas mediante el método científico, es la de
acompañarse de la existencia de amplios y abiertos debates sobre los
argumentos y los datos empíricos implicados, precisamente lo que Swartz
intentó hacer al propiciar la amplia diseminación digital de los
artículos. Por el contrario, parece que la defensa oscurantista de
Savater es la de encerrar con férreas cadenas las producciones
científicas detrás de los altos muros del pago mercantil, la exclusión y
la desigualdad socioeconómica, impidiendo con ello el acceso abierto a
las informaciones y artículos científicos. Realmente, Swartz tenía
razón, el permitir el libre acceso al conocimiento científico sí puede
ayudar a "cambiar el mundo".
Además al mostrar una gran insensibilidad y una radical falta de
compromiso hacia el interés colectivo y hacia el propio avance
científico, Savater se destapa con un sorprendente desconocimiento sobre
algo crucial: que la gran mayoría de los artículos científicos
"liberados" por Swartz han sido total o parcialmente financiados con
dineros públicos destinados a proyectos de investigación científica. De
hecho, Savater se coloca así en contra de la "primavera académica"
impulsada por miles de académicos que están exigiendo el "acceso
abierto" a los millones artículos científicos que permanecen rehenes de
la explotación comercial y el afán de lucro de empresas privadas (con el
40% de beneficio), como son unas pocas grandes editoriales, que actúan
bajo la cobertura de legislaciones abyectas que protegen la
privatización y explotación mercantil de lo que realmente es una ciencia
y un conocimiento público generado a partir de las inversiones
económicas de instituciones públicas. Además, hay algo que Savater
debería conocer sobre este ilegítimo e injusto "copago" aplicado a la
producción pública de conocimiento científico: cada vez son más las
bibliotecas universitarias que son incapaces o simplemente se niegan a
desembolsar millones de euros para poder estar suscritas y recibir unas
revistas académicas (monopolizadas mundialmente por 3 grandes
editoriales) cuyos artículos exigen que se paguen varias veces puesto
que han sido previamente financiados por los contribuyentes. Son ya
muchas las universidades que apoyan la campaña a favor de los derechos
al acceso abierto al conocimiento científico publicado.
Savater seguramente tampoco está enterado de que actualmente la Unión
Europea está a punto de legislar el "acceso abierto obligatorio y
gratuito" sobre los resultados científicos publicados que hayan recibido
financiación de fondos europeos en su proceso de producción, y que un
proyecto de legislación muy similar avanza también en los Estados
Unidos.
Hasta el mismo Savater admite su anacronismo al acabar su vergonzoso artículo afirmando sobre si mismo: “uno es antiguo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario