El alarmista mensaje que está llegando a los eurodiputados en las últimas horas forma parte de un relato muy conocido y que puede resumirse en que están en riesgo 120 millones de europeos que dependen de la propiedad intelectual para conservar sus puestos de trabajo (o negocios) y la propia imagen (y credibilidad) de Europa. Jeffrey Hardy de BASCAP (Business Action to Stop Counterfeiting And Piracy) explica a los eurodiputados que “Rechazar el ACTA enviará una señal negativa a los socios comerciales de Europa y a los inversores en todo el mundo”.
Cuando quedan menos de 48 horas para la votación que debe rechazar o ratificar el ACTA, que ya ha firmado la Comisión Europea (de Barroso) y el Gobierno (de Rajoy), el lobby no se rinde y hace llegar “el aviso” sobre las terribles consecuencias que puede tener un resultado contrario al ACTA en la votación del miércoles.
Es verdad que en defensa del ACTA (Anti-Counterfeiting Trade Agreement) hemos “visto” de todo. Maniobras, humillaciones, secretos y mentiras... Es el lobby que utilizó a una niña y al que sirven con un entusiasmo digno de mención gente de lo más peculiar como Johannes Studinger, destacado dirigente de la principal organización internacional de sindicatos del mundo y en concreto de su federación de artistas y periodistas.
No lo llamaremos terrorismo como hace con los contrarios al ACTA la eurodiputada de Sarkozy cuya credibilidad es similar a la de aquella ministra (también de Sarkozy) que ofreció antidisturbios al corrupto dictador de Túnez cuando los indignados comenzaron a tomar las plazas.
Ya queda menos para comprobar si el lobby verdadero, no confundir con uno falso, es derrotado. Aunque algunos políticos europeos siempre van con el lobby más poderoso en términos económicos. ACTA es un cheque en blanco que no se debe firmar.
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